CORRAL DE COMEDIAS (2)
En los corrales de comedía, al principio las representaciones sólo se hacían en los días de feria. Más tarde fue ocupando los días laborables, martes y jueves, para pasar a la representación diaria. Los corrales se cerraban el miércoles de ceniza y se abrían después de Pascua. El horario era de dos a tres de la tarde en invierno y hacia las tres o las cuatro en verano. Duraban dos horas y media y tres horas, pero tenían que terminar, por razones morales y policiales, antes del anochecer.
El espectáculo empezaba con un toque de atención al público para imponer silencio, lo que se hacía mediante un efecto escénico. A continuación, el primer acto de la comedia, los protagonistas mediante sus parlamentos, tenían que dar a entender al público el tema del que trataba la obra (pastoril, mitológico, bíblico, etc.). El escenario nunca quedaba vacío, ni siquiera durante los entreactos; la música, las canciones, el baile, monólogos… era lo que se amenizaba el tiempo que se utilizaba para el descanso o el cambio de indumentaria de los actores.
Acabado el primer acto, se solía representar un entremés. Luego seguía el segundo acto de la comedía. Entre los dos últimos actos solía romperse la unida y la posible tensión dramática intercalando un baile o una historia cantada. Una vez representado este tercer acto, el espectáculo se cerraba con alguna mojiganga o fin de fiesta, mezcla de música, baile y bullicio.
Las obras duraban en cartel uno o dos días, como excepción se podían mantener hasta cuatro o cinco días. La poca duración, se explicaba porque el público era fijo, y eso exigía la renovación del espectáculo constantemente.
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