8 de noviembre de 2009

CORRAL DE COMEDIAS

Los corrales de comedias se llamaban así por el patio que solía haber frente a la entrada de cada casa, y que estaba limitado en sus laterales por otros edificios. Añadiendo unas gradas y unos toldos, además del tablado, y de esta manera quedaba listo el teatro.

Inicialmente se trataba de estructuras provisionales, que podían mostrarse rápidamente al paso de una compañía ambulante. Con el aumento de la gente que asistía, se optó por crear teatros permanentes, pero sin construir edificios nuevos, las cofradías (cofradías religiosas, tenían el monopolio en la década de 1560 del teatro para sufragar sus propias necesidades), alquilaban el corral a su propietario particular, sin hacer más que unos pequeños arreglos; construir un muro, unas gradas, una puerta de entrada en el lado que quedaba abierto, y levantar un tablado frente a la fachada del edificio principal. Con eso estaba preparado para empezar la función.

En las representaciones, el patio estaba ocupado por los “mosqueteros”, espectadores normales y corrientes que veían la función de pie, y que solían ser los más bulliciosos. En la primera fila y separados por una barandilla, se situaban los más interesados en el aspecto literario de la obra. A los lados estaban las gradas resguardadas del sol por un alero, mientras que los mosqueteros se conformaban con un toldo.

Los tres muros que rodeaban el escenario estaban llenos de palcos o aposentos. En la pared de la entrada, los “alojeros” donde se vendían refrescos (como la aloja, mezcla de miel con especias y agua). En el primer piso la “cazuela”, un amplio palco con gradas donde se encontraba el público femenino (en el patio sólo había hombres).

El palco del segundo piso estaba destinado a las autoridades. Los laterales eran viviendas particulares, dotadas de ventanas y balcones que sus propietarios alquilaban a los espectadores pagando a su vez una comisión a la compañía teatral.
Existían los “aposentos de reja”, ventanas cerradas para que nadie saltara a las gradas sin pagar, y los “aposentos de balcón”, alquilados a público distinguido.

Las autoridades habilitaron un tercer piso para los llamados “desvanes”. Allí se situó la “cazuela alta”, destinada a las mujeres, así como la “tertulia”, una estancia reservada a los clérigos, aficionados al teatro a pesar de las prohibiciones eclesiásticas.

4 comentarios :

Jose Jaime DICE

Esta entrada me ha gustado mucho. No conocía que ya se vendían bebidas, y menos que los monjes alquilaran.

El dibujo también, es muy explicativo.

Abrazo.

Ana DICE

José Jaime, si que es curioso y esa bebida no tenía ni idea de que existía.
Un beso.

llvllurciana DICE

Hola, Ana!! Cuanto tiempo sin pasarme por aquí!!
Todo bien? Espero que sí.

Muy interesante la entrada de hoy. Esa bebida de miel y especias debía estar buena :)

Un beso, guapa.
Que pases un buen día.

Ana DICE

Pepa me alegro de que estés por aquí, todo bien, gracias, espero que tu también.

la bebida buenisima, seguro.
Un beso.