TRUFA
Los romanos conocían la trufa, esas trufas procedían de
Grecia, África y sobre todo de Libia.
En el año 1780, las trufas eran muy difíciles de encontrar
en París, algunas de ellas se podían encontrar en la fonda de los americanos o
en la Provenza. El pavo trufado se servía únicamente en las meas de los
poderosos señores o en casas de mancebas.
Los comerciantes de comestibles, las encargaban para toda la
ciudad, pagándolas a buen precio y trayéndolas por correo o diligencia. Era imposible
cultivarlas.
En 1823, las trufas tuvieron un gran apogeo, en todas las
comidas siempre se servía algún plato trufado. Decían algunos sobre la trufa:
“La trufa no es un afrodisíaco positivo; pero en ocasiones determinadas hace
más tiernas a las mujeres y a los hombres más amables.
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