LABERINTOS
Figuras naturales, señales prehistóricas, grutas con
múltiples salas y corredores, diseños naturales de ciertas conchas,
circunvoluciones cerebrales o intestino: el laberinto, podemos observarlo en
muchas partes, existe en estado natural. El hombre reprodujo esta forma y le dio
un significado simbólico y mágico.
Símbolos laberínticos han sido observados desde todos los
tiempos en los grabados rupestres, pero la primera representación
verdaderamente compleja se encuentra en una sepultura neolítica excavada tres
mil años antes de nuestra era cerca de Luzzanas, en Cerdeña.
Además de en Creta, se han encontrado laberintos en
Tintagel, en Cornualles, grabados sobre megalitos que datan entre 1800 y 1400
años antes de nuestra era, en Tell Rifaat, en siria, en la misma época y,
algunos siglos más tarde, en Pontevedra, Galicia. Las civilizaciones griegas y
luego las romanas los reprodujeron por todas partes.
El laberinto apareció en la iconografía cristiana, como en
el claustro de Todos los Santos en Chalons sur Mame, Francia, e incluso sobre
el pavimento de la catedral de Chartres. En los jardines de los siglos XVII y
XVIII el laberinto se vuelve lúdico. Los indios hopi de Nuevo México ven en él
el símbolo mágico de un renacimiento espiritual. El laberinto constituye un
rito de iniciación, que conduce a un lugar central de cita, última prueba en
donde el hombre se encuentra confrontado a un espejo.
Los laberintos más famosos del mundo:
El Longleat Hedge Maze, en el oeste de Londres.
Il Labirinto, en Villa Pisani, afueras de Venecia, Italia.
El Ashcombe Maze, en Australia.
Laberinto de la catedral de Chartres, Francia.
Laberinto de Horta, Barcelona, España.
Laberinto de Reignac Sur Indre, Francia.
Laberinto Dole Plantation, Hawai.
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