1 de junio de 2019

BACANALES



El dios romano Baco, era llamado por los griegos Dionisio, dios de la viña, el vino y el delirio místico.

Dionisio era hijo de Zeus y Semele, ella era hija de Cadmo y Harmonía. Semele era una mortal que quedó embarazada de Zeus cuando ella, que no podía resistir la visión de los relámpagos que rodeaban al dios, cayó fulminada cuando estaba embarazada de seis meses. Zeus sacó al bebé del seno materno y se lo cosió al muslo. Al llegar el momento del parto, salió vivo y en perfecto estado de salud.

Baco o Dionisio tuvo una vida fabulosa, viajó a la India, la Tracia y casi todos los lugares conocidos por los griegos en la época antigua.

Como era el descubridor de la viña y el vino, en su honor se celebraban grandes fiestas en Grecia y en Roma. Aunque las griegas eran fiestas únicamente religiosas, los romanos convirtieron esas fiestas en verdaderas orgías que derivaron a llamarlas con el nombre de bacanales. Parece ser que fue un griego, medio sacerdote medio golfo, quien introdujo esas bacanales en la península itálica.

Las ceremonias tenían lugar de noche y en ella participaban hombres y mujeres que, homenajeando al dios Baco, consumían grandes cantidades de vino, y borrachos se entregaban al desenfreno total. Cuentan que además de desenfreno sexual, se cometían asesinatos.

Desde el principio, los romanos honestos condenaron estas bacanales. En 186 a. C. hubo una gran represión contra ellas debido a la denuncia de una cortesana llamada Híspala, esclava liberta que se estaba iniciando en los ritos báquicos gracias a su ama.

El lugar preferido para las reuniones era un bosque sagrado cercano a Roma, cerca del puerto de Ostia, en la desembocadura del Tíber. Los hombres participaban en orgías vestidos como el dios Baco, con la cabeza coronada de pámpanos y hojas de hiedra.

Las mujeres que participaban en las bacanales se llamaban bacantes. Iban semidesnudas o cubiertas por velos transparentes con la cabeza coronada de hiedra y un tirso en la mano, entregándose con los hombres o entre ellas en múltiples combinaciones eróticas.

En numerosas ocasiones se intentó prohibir, pero fue imposible. El 16 de marzo se celebraban unas fiestas anuales llamadas Liberalia o Ludis liberalis, en las que se aceptaba la presencia de público.

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