FUNERAL ETRUSCO
Más tarde se iniciaba la procesión o “ekphora”. Dos flautistas abrían la marcha. Después varios hombres, alineados de dos en dos, tiraban del carro fúnebre, a cuyos lados iban las mujeres llorando. Detrás del carromato caminaba algún familiar íntimo, cerraba la marcha el cortejo de mujeres, también de dos en dos y acompañados por otros flautistas.
El difunto quedaba introducido en su sarcófago o en su cineraria, y colocado en el lugar que le corresponde de la tumba familiar. A partir de ese momento, será representado por un cono y adornado. El muerto seguía perteneciendo al clan y seguía presente en las reuniones familiares.
El banquete fúnebre, muy importante en el entierro, siempre se ofrecía a todo difunto por muy pobre que fuese. Se traían colchones y comenzaba la comida. En el banquete se servían: huevos, granadas, verduras etc., pero sobre todo se bebía. Cubiertos por gruesas coronas de hojas y flores, los comensales pasaban de la tristeza por la muerte del allegado (presente en forma de cono sobre su lecho), a la aceptación de su muerte y del mundo sin su presencia.
El muerto había pasado a reunirse con los otros muertos sin ser rechazado por los vivos, para evitar traumáticas rupturas. Los vivos se iban alegrando, jugaban con las copas, acariciaban a sus compañeras de lecho y cortaban ramas y flores. Ya en plena euforia, salían algunos invitados a bailar, vestidos con sus trajes muy pesados y quitándoselos para estar más cómodos.
Más tarde los comensales partían, dirigidos por músicos, llegaban a una explanada, con unas gradas de madera. Entonces empezaban una serie de actuaciones y juegos, para animar al difunto. Con los juegos se daban por concluidos los funerales.
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