ALGODÓN
Desde la prehistoria, el algodón se ha hilado, tejido y después teñido. En las antiguas civilizaciones de la India, China y Egipto, se elaboraban tejidos de algodón de gran calidad, que después eran trabajados con motivos muy bellos. El uso del algodón se extendió lentamente por Europa desde la India. Los árabes lo cultivaban en España.
La planta del algodón pertenece a la familia de las malvas. Es un arbusto que solo crece en los climas cálidos. Las hilas de algodón crudo, o fibra, rodean las semillas dentro de la cápsula. Primero hay que extraer las semillas, este trabajo lo solían hacer las esclavas. Hoy en día se hace de forma mecánica, separando la fibra de la cápsula y saca el algodón crudo.
Las semillas de algodón están contenidas en una cabeza que se denomina borra, formada por un material de color blanco o crema, que es la fibra de la que se obtiene el algodón. Las semillas producen un aceite que se utiliza tanto en cocina como en cosmética.
Cuando la planta de algodón se seca, las fibras se aplastan y retuercen por sí mismas y hay que vararlo con palos de mimbre para esponjarlos y limpiarlo. A continuación se carda, después se peina y se colocan las fibras en paralelo, listas para el hilado. Cuando se hila el algodón hay que mantener las manos juntas y pedalear muy rápido, de manera que no se retenga demasiado el algodón de la bobina, de lo contrario se retorcerá. Una vez hilado, quedará lo suficientemente fuerte como para tejerlo.
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