EL MITO DE LA CREACIÓN II (LEYENDA AFRICANA)
Hubo un tiempo en que el ser superior Mulukú se propuso hacer brotar de la tierra a la primera pareja de la que todos descendemos. Mulukí, que dominaba el oficio de la siembra y era el sembrador supremo, hizo dos agujeros en el suelo. De uno surgió una mujer, del otro surgió un hombre.
Ambos gozaban de la simpatía y el cariño de su creador y decidió enseñarles todo lo relativo a la tierra y su cultivo. Les proveyó, además, de herramientas para cavar, ablandar el suelo, y para cortar o podar árboles secos y clavar estacas. Puso en sus manos semillas de mijo para sembrar en la tierra y les enseñó la manera de vivir por sí mismos, sin dependencia de ninguna otra criatura.
Sin embargo, cuenta la leyenda que la primera pareja de nuestra especie no hizo caso de los consejos que la deidad les había dado y que abandonaron las tierras, las cuales terminaron convirtiéndose en arenales y campos secos. Por esa razón su creador los convirtió en monos.
Mulukú montó en cólera y arrancó la cola de los monos para ponérsela a la especie humana. Al mismo tiempo ordenó a los monos que fueran humanos y a los humanos que fueran monos. Depositó en los monos su confianza y se la retiró a los humanos. Y dijo a los monos: “Sed humanos”. Y a los humanos: “Sed monos”.
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