24 de noviembre de 2016

BALENCIAGA


Cristóbal Balenciaga (1895-1972), nació en Guetaria, era el hijo de un pescador y una costurera. Cuando tenía 13 años ya soñaba con ser modisto y la marquesa de Casa de Torres, madre de Fabiola de Bélgica, que veraneaba en el lugar, quiso poner a prueba a Cristóbal, tan entusiasmada quedó con el resultado que se convirtió en su mecenas. Medio siglo después el nombre de Balenciaga dio la vuelta al mundo.

Balenciaga era un maestro absoluto, capaz de diseñar y confeccionar, cosa que nos hacían todos los diseñadores. Por esa razón Coco Chanel decía de él: Es el único de nosotros que es un verdadero coutier”. Marlene Dietrich confesó que Balenciaga conocía sus medidas tan exactas que ninguno de sus vestidos tuvo que ser retocado nunca.

Era un modisto singular, a pesar de que se clientela era lo mejor de lo mejor, pocas veces necesitó recurrir a la publicidad y vivía al margen de la vida social de la época, era muy reservado, volcado totalmente en la moda.

Tenía casi una obsesión por el negro, el marrón y todos los colores apagados. También utilizó amarillos, rosas y colores muy propios del mundo del flamenco y los toros. Todos sus diseños tenían un toque innovador. Balenciaga dijo sobre su oficio: “Un modisto tiene que ser arquitecto para los planos, escultor para las formas, pintor para el color, músico en la armonía y filósofo para crear estilo”.

Con la llegada del prêt à porter, Balenciaga dejó la moda. Tenía más de 70 años cuando, en 1968, cerró su taller en la Avenida George V. El diario Evening Standard escribió en sus titulares: “Balenciaga se retira y la moda ya no será nunca más la misma”.

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