BOTICARIOS EN LA EDAD MEDIA
Hace unos siglos existían boticas llenas de toda clase de hierbas, todo el mundo acudía a ellas buscando algún tratamiento para las enfermedades. Mientras el boticario los atendía, los aprendices en la trastienda mezclaban ingredientes en calderos enormes. En la Edad Media, detrás de cualquier personaje rico y poderoso, incluida la realeza, había un boticario encargado de su salud. Era un trabajo de mucho prestigio y muy bien pagado, pero tenía sus riesgos.
Un maestro boticario se levantaba siempre muy temprano para mirar las estrellas y pronosticar cómo afectaría su posición a las enfermedades que tenía que tratar. Se creía que la alineación de los astros tenía influencia sobre la naturaleza y la gravedad de las dolencias.
Seguidamente empezaba con la mezcla de ingredientes para fabricar los medicamentos. A menudo llegaban encargos de gente de la nobleza que había contraído una enfermedad venérea. El boticario mezclaba caracoles de jardín, lombrices de tierra, hiedra terrestre y lo machacaba todo hasta formar una pasta que el aprendiz aplicaba sobre las partes nobles del paciente.
Los mensajeros reales se presentaban en la botica para comunicarle al boticario que su majestad necesitaba de sus servicios. Tratar con el rey era un verdadero suplicio para el boticario, pero el dinero que recibía compensaba los malos ratos. El boticario se acercaba al rey con sumisión. Los ingredientes que se empleaban con la realeza, sobre todo hierbas exóticas, venían del lejano oriente por lo que eran muy costosos
Por ejemplo, para una herida que supuraba, el boticario preparaba una cataplasma de agua de rosas. Para un dolor en la pierna lo mejor era bañarse entre aromas dulces, eso reducía los malos humores (en la antigüedad estos eran los humores calves de la salud humana; bilis negra, bilis, flema y sangre) que causaban el dolor. El baño consistía en una bañera llena de hierbas, almizcle y algalia (obtenida de los excrementos de unos animales africanos parecidos a los gatos).
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