PRÍAPO Y LAS PRIAPEAS
Las ceremonias en honor a Príapo estaban relacionadas con la
adoración al falo, que en el mundo griego era considerado como símbolo de la
energía divina, del poder generador y talismán contra los maleficios. Esas celebraciones se llamaron "Las Priapeas".
Príapo era un “Phallus antropomórfico”, por ello, su culto
se confundió con el de “Hermes itifálico”. Príapo fue representado en una
posición obscena, contrahecho y con un gigante pene en erección. Su inclinación
al vicio le llevó a pervertir a todas las mujeres, por lo que fue expulsado por
orden del Senado. Su vuelta se hizo necesaria por la epidemia que asoló la
ciudad.
Príapo como dios protector de los campos y los rebaños,
alejaba las epidemias y los pájaros. Para celebrar su regreso, se celebraron
las primeras Priapeas. Su culto de origen asiático, llegó a la Grecia continental
en época tardía y desde allí se extendió a las islas, su centro fue la ciudad
de Lámpsaco.
Estas celebraciones consistían en comitivas que recorrían
campos hasta el lugar de culto. Allí era ofrecido un asno coronado de flores. El
cortejo estaba compuesto por hombres, mujeres y niños que se mostraban alegres.
Los bailes eran acompañados por poemas que resaltaban los atributos del dios.
El asno tiene su propia leyenda; cuentan que el origen está
en una pelea que Príapo tuvo con un asno, al que Dioniso le había otorgado el don
de la palabra, sobre el tamaño de sus penes. Príapo ganó y mató al asno, aunque
luego sintió pena y lo subió a las estrellas.
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