JEAN-HONORÉ FRAGONARD Y EL COLUMPIO
En el año 1766, el barón de Saint Julien le encargó a
Gabriel Francois Doyen (1726-1806), pintor francés muy de moda en la época, un
cuadro en el que el propio barón podía observar las intimidades de su amante,
que a la vez era amante de un obispo. Lo que el barón quería era que los tres
salieran en el cuadro de la siguiente manera: un columpio, movido por un obispo,
con esos movimientos, la amante, le ofrecería al barón, que estaba frente al
columpio, sus “vergüenzas”. Doyen no se atrevió a pintar el cuadro, y le
recomendó a su colega Jean-Honoré Fragonard (1732-1806).
Fragonard, aceptó el encargo y convenció al barón para
sustituir al obispo por la de un marido complaciente, ya que la amante estaba
casada. El cuadro, "El columpio", una vez acabado, terminó en la galería del duque de Morny,
hermano bastardo de Napoleón III, quien lo ofreció al Museo del Louvre, que no
lo quiso por ser una pintura del siglo anterior. Al final lo compró lord
Hertford por 3200 francos. Hoy se considera una de las joyas de la pintura francesa del siglo XVIII.
La vida de Jean-Honoré Fragonard también es digna de mención:
Nacido en Grasse en 1732, tuvo una vida muy intensa. A los treinta y siete años
se enamoró perdidamente de la bailarina Madeleine Guimard (1743-1816), la
aventura duró solamente tres días, ya que la bailarina lo echó de su lado. Esto
le provocó una gran depresión, varias veces quiso ver a su amor, pero ella no
quiso.
Pasado un tiempo creyó enamorarse de una alumna suya, María
Ana Gerard, de tan sólo dieciocho años, sin pensarlo le pidió matrimonio. Ella aceptó,
hacía tiempo que estaba enamorada de él. Se casaron el 7 de junio de 1769. Ella
enseguida se dio cuenta de que Fragonard seguía enamorado de la bailarina. Poco
tiempo después le propusieron un viaje a Italia con su mujer (un amigo de la
pareja lo hizo adrede, después de que María Ana le constase los problemas con
su marido). Pasaron en Italia diez meses.
Al volver Fragonard ya no se acordaba de la bailarina, y le
dio todo su amor a su esposa. Fragonard era un mujeriego y a pesar de las artes
amatorias de su esposa, que eran muchas, él le pagaba con sus infidelidades.
María Ana pensó en una estratagema para captar todo el interés de su marido.
Hizo ir a París a su hermana Margarita, de dieciséis años,
bastante inocente. Como era de esperar Fragonard se encaprichó de ella y empezó
a enseñarle a pintar, tan atontado estaba con ella que dejó de salir de casa
para estar siempre al lado de su cuñada. Un día le dejó una nota a Margarita en
su costurero, ella le entregó enseguida la notita a su hermana, María Ana le
dictó la respuesta. De esta manera se inició una correspondencia amorosa, que
la esposa dirigía.
Después de unos meses, Fragonard se dio cuenta que esa
aventura no terminaría como él esperaba y dejo de mandar cartas de amor. Cuando
se quedó viudo ya había llegado su decadencia profesional, sus cuadros no se
vendían.
Una tarde estaba tomando un refresco en la terraza de un
café, admiraba a las bellas señoritas que paseaban. De repente tuvo un ataque
al corazón y murió a los pies de una chica que pasaba por la acera. Tenía
setenta y cuatro años.
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