TALISMÁN DE ISIS
Isis, conocida con el sobrenombre de la Buena Diosa, era la
divinidad bienhechora de los egipcios. Su principal atributo era el trébol de
cuatro hojas, una de las singularidades vegetales más raras que se conocen, tan
rara como la felicidad, con cuyo trébol hizo el emblema isíaco. El trébol de cuatro
hojas no es una especie diferente, sino el mismo trébol normal el “trifolium
pratesse”, que por la voluntad de Isis, tiene una hoja de cuatro lóbulos. La planta
que tiene esta distinción divina, no florece jamás y no puede reproducirse.
Entre los egipcios, que habían consagrado un culto especial
a Isis, no eran iniciados en los misterios nada más que los que habían
encontrado el trébol de cuatro hojas. El encuentro era a los ojos de los
patriarcas una prueba evidente de que la diosa los protegía.
Durante la ceremonia solemne de la iniciación, el novato
ofrecía a Isis, en el momento de los sacrificios, la hoja que había encontrado
y recibía en cambio de las manos del gran sacerdote un trébol de cuatro hojas
de plata, “tahsmán sagrado” (talismán sagrado).
La felicidad acompañaba a este talismán. El novio se lo
ofrecía a la novia como señal de amor, la madre lo colgaba al cuello de su hijo
como protección para las adversidades de la vida, y dentro de la familia se
transmitía de padres a hijos como símbolo de prosperidad. También se colocaba
en los sarcófagos, confiando en su eficacia hasta para la otra vida.
Se sabe de la importancia del trébol de cuatro hojas, ya que
la esculpían en los monumentos y jeroglíficos. En el Obelisco de Londres,
llamado “Aguja de Cleopatra” está el trébol. También se ve en la tabla isíaca
que representa los misterios de Isis, en la galería real de Turín, los
sacerdotes de esta diosa sujetaban su túnica de color púrpura con un alfiler en
forma de trébol de cuatro hojas, prendido en los hombros.
Para su fabricación se utilizaban plata o platino,
escogiendo las horas de 9 a 11 de la noche, en lunes y con luna llena.
Las invocación que realizaban era:
“¡Oh, astro solitario y misterioso, que caminas eternamente
por ese espacio sin límites, derramando tu melancólica luz, sobre este planeta
llamado tierra, yo, el más humilde de los mortales, te pido en esta solemne
hora que fijes tus rayos y mercedes sobre este metal que lleva tu imagen,
dotándole de las virtudes mágicas necesarias, para que por su mediación pueda
conseguir la dicha, la fortuna, la salud, el poder y el amor durante el curso
de mi vida sobre este planeta.
Si atiendes a mi súplica, yo te prometo en
agradecimiento a tus favores, recordarte en todas las horas de mi vida!”.
Esta invocación se tenía que repetir tres veces durante 30
noches en las mismas horas, de 9 a 11.
2 comentarios :
Vestidos de..., muchas gracias. Un saludo.
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