16 de marzo de 2013

PERIPECIAS DE JEAN-JACQUES ROSSEAU



La vida de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue muy desordenada y esto influyó tanto en su obra como en su vida, haciendo de él una persona inestable y con mal carácter. Una de las principales causas fue la muerte de su madre al darle a luz.

Desempeño multitud de oficios. Fue aprendiz de procurador y grabador del maestro Ducommun que, lo trato con crueldad y cuando tenía 16 años huyó a Confignan, en la Saboya francesa. Allí encontró cobijo en casa de un sacerdote, al que convenció de que se iba a convertir al catolicismo para que o acogiese en su hogar.

El sacerdote lo mandó a casa de la baronesa de Warens, que lo hizo ingresar en el convento del Espíritu Santo de Turín, donde el joven Jean-Jacques, renegó del protestantismo. Más tarde vivió amancebado con su protectora, pero pasado un tiempo perdió su favor.

Luego pasó una corta temporada en Lyon. Llegó a Paris en 1741, donde entró en el círculo de los enciclopedistas, viviendo bajo la protección de una de ellos, Madame d’Epinay. Al mismo tiempo empezó una relación amorosa con una costurera, Teresa Le Vasseur, con la que tuvo cinco hijos, a los enviaban al hospicio nada más nacer. Se caso con ella veinticinco años después de empezar su romance.

Reingresó, años después en la fe protestante y tras publicar algunas obras que alcanzaron gran éxito, tuvo que huir de Francia al verse perseguido tras la publicación de “Emilio o De la educación” que fue condenado por el Parlamento de París.

Lo acogió el rey Federico II de Prusia y después por David Humo, filósofo inglés. Volvió a Francia, pobre y malviviendo como copista de música y autor de ensayos. Acosado por una manía persecutoria que le llevaba a cambiar constantemente de residencia hasta que murió.

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