30 de agosto de 2021

EL TÉ EN EUROPA

 

Venecia fue el punto comercial de contacto con Europa con Oriente. Allí llegaban sedas, especias… y por supuesto té. No tuvo muy buena acogida porque poco se habló sobre ello en las crónicas de la época. En 1559 Giovanni Batistta Ramusio publicó “Delle navegationi e viaggi”, en el que se reunían los grandes viajes y los descubrimientos más importantes. Lo publicó en tres volúmenes y en el último se hace referencia al té, pero comentando que era un producto famoso en China y no muy celebrado en Venecia.

Cuando Vasco de Gama llegó a la India y más tarde a China se estableció una nueva ruta comercial que salía de Macao, hasta donde además de con Portugal, establecieron vínculos comerciales con españoles, ingleses y holandeses, en ese momento el té empezó a llegar a Europa. La alta sociedad europea se aficionó pronto a la nueva infusión. En Inglaterra y Rusia el té tuvo una gran aceptación; en España, Alemania, Francia, Italia y Portugal no tuvo tan buena acogida.

A mediados del siglo XVII, en las grandes capitales europeas, ya servían café, pero fue en Londres, en 1657 Thomas Garroway empezó a servir té en su local. Para animar a sus clientes colgó un cartel en el que se leían los efectos beneficiosos de la infusión: “Activar el cuerpo, aliviar los dolores de cabeza y la pesadez, eliminar las obstrucciones del bazo, depurar los riñones eliminando los cálculos, facilitar la respiración, proteger de los sueños pesados, alertar el cerebro y reforzar la memoria”.

A la duquesa de Bedford, Anna Maria Rusell (1783-1857) se le atribuye la costumbre del “tea five o’clock”, que comenzó celebrando con sus amistades y terminó siendo habitual en toda Inglaterra. El té empezó a consumirse con el “early morning tea”, al que seguía el “nice cup of tea” y además del té de las cinco que puso de moda la duquesa, terminaban con el “high tea” o té superior.

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