LAS CORTES MEDIEVALES
Las Cortes Medievales se reunían cuando el rey, en virtud de su libre decisión, creía oportuno convocarlas. El monarca tenía plenas facultades para decidir tanto el momento de la convocatoria de las Cortes como el lugar de la reunión. Las Cortes no tenían una periodicidad fija. En los diecinueve años de reinado de Pedro I, las Cortes solo se reunieron en una ocasión; en cambio, lo hicieron 19 veces durante el reinado de Juan II.
El rey solía acudir a la sesión de inauguración acompañado por miembros de su familia y por personajes que ocupaban puestos destacados en su corte. Normalmente pronunciaba un discurso solemne, al que contestaban representantes de los tres estados (nobleza, clero y ciudades). A continuación comenzaban las deliberaciones sobre los puntos concretos que habían motivado la convocatoria.
A las sesiones de las Cortes acudían, previa recepción de la correspondiente carta real de convocatoria, los miembros más destacados de la nobleza, así como altos dignatarios de la iglesia. No se sabe con seguridad, pero parece ser que la asistencia a las Cortes de los grandes magnates y del alto clero estuviera basada en su deber de consejo.
El número de ciudades y villas que enviaban procuradores a las Cortes varió de unos años a otros. El máximo se alcanzó en los primeros años del siglo XIV: 100 en las Cortes de Burgos de 1315, disminuyendo en 1391: 49 en las Cortes de Madrid. En el siglo XV en 17: Burgos, León, Toledo, Murcia, Jaén, Córdoba, Ávila, Valladolid, Soria, Madrid, Cuenca y Guadalajara. En tiempos de los Reyes Católicos, el número de ciudades y villas en las Cortes era de 18.
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