4 de abril de 2017

ORIGEN DEL MELÓN


Los griegos ya conocían el melón, no era muy apreciado por ellos. Los romanos tampoco eran muy amantes del melón. Plinio lo incluye en su Historia Natural,  pero no lo elogia demasiado; Tácito no siquiera lo nombra. El primer autor que lo menciona es Paladio, autor latino que vivió en el siglo V, que da unas normas para su cultivo, dice así: “Los melones adquieren mucho aroma si se tiene cuidado de mezclar durante varios días sus pipas con hojas de rosa machacadas”.

No se sabe muy bien de donde procede el melón. Parece ser que los romanos importaron de África una variedad de melones que por haber sido los primeros en ser cultivados en la villa de Cantaloupe (condado papal cerca de Roma) conservó ese nombre –en Francia se llaman cantaloup.

El rey Carlos VIII lo introdujo en Francia en 1495, a su regreso de su expedición por los Alpes. De Italia pasó a Francia y el cultivo fue muy bien; de Francia a España. Lord Galloway fue el encargado de llevarlo a Inglaterra, pero no se aclimató muy bien. En Holanda si prosperaron bien, siendo los más apreciados los de Ámsterdam y Leyden. El encargado de introducir el melón verde en Francia fue un fraile del que no se sabe su nombre, dicen que pertenecía al priorato de Grammont, este fraile había traído la semilla de África.

Al melón se le atribuye haber sido la causa de algunas muertes a lo largo de su historia. Cuentan que el papa Pablo II murió de una apoplejía causado por haber comido melón sin moderación, no se sabe cuántos se comió. Otro que parece ser que murió por su causa fue el emperador Alberto, otros dicen que la causa fue el viaje tan precipitado que hizo de Buda a Viena. Luis XIV, murió a los setenta y ocho años, y comía melón hasta saciarse, por lo que no debe ser tan malo como algunos lo pintan.

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