LA COMIDA EN ESPAÑA SEGÚN BARTHÉLEMY JOLY
Barthélemy Joly, consejero del rey de Francia, escribió un libro durante su viaje por
España entre los años 1603 y 1604: “Voyage en Espagne”. En él escribe sobre la
comida española:
“Los españoles son personas de mucho gusto y gran apetito,
no lavándose de ordinario las manos antes de comer, suponiendo cada cual
tenerlas limpias y sentándose a la mesa, antes de que se haya servido vianda
ninguna. Y primeramente viene la fruta, que comen, al contrario que nosotros,
lo primero: naranjas enteras y en rodajas azucaradas, ensaladas, uvas verdes,
granadas, melocotones de invierno que llaman invernizos, guardados todo el año
en conserva.
Así pues, puestos en plato, el maestre sala se coloca en el
extremo de la mesa, descubierto, con su ropa y su servilleta al hombro. A un
lado, una pila de platos, al otro, un gran cuchillo y un tenedor, con el que
hace las partes, tomando un poco de cada fruta que pone sobre un plato, primero
al más calificado, sirviendo de ese modo a los tres o cuatro más próximos a él;
algún otro de los más diestros hace semejantes platillos a todo el resto de la
mesa, de manera que nada queda en los platos, que son retirados poco después, y
otros suceden en su lugar; lo mismo con los platos.
Las más gruesas viandas, como pavos, conejos, capones,
pollo, no están nunca enteros, sino partidos en pedazos desde la cocina, de tal
modo que, apareciendo una gran fuente o dos de pavo, el maestre sala, sirve
plato cortando más a menudo para dar con la salsa dos o tres pedazos a cada
uno. Retirado eso y cambiando los platos, vienen los conejos, con los que hace
lo mismo; las gallinas, los pollos rellenos de ajo y las pechugas de pichón.
Entre todo eso se hará un servicio a cada uno de su
escudilla de pisto de leche y azúcar amarillo, sin pan y muy espaciado, una de
leche de almendra, con azúcar, a la cual sucede cierto manjar blanco bastante
bueno, y siempre a cada uno su platillo de arroz, siempre espolvoreado de
azúcar y canela mezclados juntos, que se llama polvo de duque.
Vienen después las perdices bien cortadas, salpicadas de pimienta
entre las alas y las patas, pero manteniéndose todavía su forma, todo ello
asado y bien asado y sin tocino; por fin las aceitunas, después el cocido, lo
último. Al fin retirado el cocido, traer para postre lo que llaman, a
diferencia de la entrada, fruta de postre, confituras y también turrones,
especie de bizcocho muy duro, hecho con azúcar para humedecer en el hipocrás,
compuesto con canela y, a veces, con ámbar gris; a eso llaman lavadientes, que
la mayor parte lo toman después de quitado el mantel”.
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