OPINIONES SOBRE LA CORTE DE VERSALLES
“La noche pasada me introduje en el baile y como tengo buenos amigos, éstos me acomodaron en el “banco de embajadores”, justamente detrás de los soberanos y de la familia real. El baile tenía lugar en la sala de espectáculos donde el gusto supera a la riqueza.
Se bailaron ocho minués. No había belleza en las damas, la reina superaba a todas. Después de los minués se bailó contradanzas, muy obstaculizadas por las colas larguísimas y los enormes miriñaques. Durante los descansos se ofrecía a los contertulios inmensas canastillas llenas de melocotones, naranjas y mandarinas, así como bizcochos, helados, agua y vino. El baile tan solo duró dos horas”.
Arthur Young (1741-1820), escritor inglés, describe la ceremonia de imposición de la Orden del Saint Esprit al duque de Berry en Versalles en el año 1787. Young dice:
“El rey estaba sentado; sus dos hermanos, a ambos lados, y por su tiesura e indiferencia bien demostraba su descontento por no haber ido de caza. Después de la ceremonia, el rey y los caballeros del Saint Esprit se encaminaron a una sala donde estaba preparada la comida del rey; al paso saludamos a la reina María Antonieta. Su majestad (que es la mujer más bella que he conocido) recibía los homenajes que le rendían de muy distintas maneras, según de quien provenían; a unos saludaba, con otros hablaba, había a quien contestaba con frialdad y había también a quien tenía a distancia…
Esa comida del rey, presenciada por quien quería, pues en estando decentemente vestido no se niega la entrada a nadie, es más singular que magnífica. La reina se sentó a la mesa, pero no probó bocado. Para mi hubiera sido una comida detestable. No concibo cómo los soberanos no dan un escobazo a todas estas absurdas fórmulas. Pues si los reyes no pueden comer a gusto, como sus súbditos se ven privados de muchos placeres…”
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