EL POLVO NEGRO EN EL ANTIGUO EGIPTO
De estos procesos resultaba el “polvo negro”, o sustancia que supuestamente poseía unos poderes fabulosos, como también los elementos esenciales de diversos metales, que por otros procesos podían ser reincorporados. En el aspecto místico, este polvo negro se identificaba con el cuerpo que supuestamente poseía Osiris en el Más Allá, por lo que a ambos les eran atribuidos poderes mágicos, y a ambos se les consideraba como fuentes de vida y poder.
De esa forma, al lado de la habilidad que tenían los egipcios para trabajar los metales por procesos habituales, en Egipto creció la creencia que en los flujos y aleaciones existían unos poderes mágicos. Al arte de la manipulación de los metales y del conocimiento de la química, así como a sus supuestos poderes mágicos se les llamó “Khemia”, es decir, la preparación del “oro negro” (o polvo), que fue tomado como el principio activo de la transmutación de los metales.
A este nombre los árabes le añadieron el artículo “al”, de donde se obtuvo el nombre de Al-Khemia, o Alquimia, arte que se encarga de perpetuar la reputación de los egipcios como excelentes estudiosos de la magia blanca y del arte negro.
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