21 de febrero de 2017

LA DONACIÓN DE CONSTANTINO


La Donación de Constantino es un decreto imperial apócrifo que se atribuye al emperador romano Constantino I (272-337). Según este decreto, se reconocía al papa Silvestre I como soberano y se le donaba la ciudad de Roma, las provincias de Italia y todo el resto del Imperio romano de Occidente.

Durante la Edad Media, se puso en duda su autenticidad. El humanista Lorenzo Valla, en 1440, demostró que se trataba de un fraude de la curia romana. A través de un análisis lingüístico del texto, manifestó que no podía ser del año 300. El proceso de acercamiento entre el pontificado y el reino franco empezó durante el papado de Gregorio Magno (590-604) y alcanzó su punto culminante en la unión real por la cual, en el año 752, Esteban II instauró al mayordomo Pipino el Breve como rey de los francos y patricius romanorum, lo que dio por extinguida la dinastía merovingia.

De esa manera, el papa se acogía la capacidad de traspasar la dignidad real de una dinastía a otra, a la vez, el rey de los francos concedía la capacidad de traspasar la dignidad real de una dinastía a otra y concedía al rey de los francos la capacidad de intervenir en los asuntos italianos.

Pipino cruzó los Alpes en dos ocasiones para reconquistar regiones de la península italiana de manos de los longobardos. Más tarde los donó a san Pedro, el príncipe de los Apóstoles. De esa manera se constituyeron, en el siglo VIII los estados pontificios y el papa se convirtió en rey temporal.

Cuando se tuvo que justificar, recurrieron a un antiguo método medieval que consistía en inventar un documento antiguo que validase la situación. Así nació el documento que pasó a la historia como la “Donatio Constantini”.

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