MÁXIMAS DE PTAHHOTEP (1)
Primera máxima
Está consagrada a la disposición interior, sin la cual ninguna búsqueda del conocimiento será coronada por el éxito: la humildad. Consiste en no se vanidoso y buscar la verdad al lado de todo ser, cualquiera que sea su condición. Quien se tiene por sabio demuestra su vanidad. Un sabio no vacila en hablar a los sirvientes más modestos y recoger el tesoro que constituye su experiencia.
Segunda, tercera y cuarta máxima
Trata del debate con tres tipos de personas, que ocupan en la sociedad un rango superior, inferior o igual al nuestro. Ptahhotep considera que si se trata de un superior hay que ser flexible y plegarse sin romper. Si se trata de un igual, el silencio es la mejor arma, el incompetente se desvalorizará a sí mismo. Si se trata de un inferior, no hay que abrumarlo y dejar que se castigue él mismo. En todos los casos recomienda: silencio, no comportarse igual que nuestro adversario, adaptarse frente a los discursos estúpidos.
Quinta máxima
Se dirige a quien asume responsabilidades, debe guiar a otros y dar órdenes. La primera regla es el respeto y la armonía. Quien solo sueñe con adquirir su propio beneficio, permanecerá encerrado en los límites de su individualidad perecedera.
Sexta máxima
Exige, de quien busca la sabiduría, respetar a los demás y no enriquecerse a costa de ellos, quien actúe así, sus actos se volverán contra él. La única actitud justa es la de contentarse con lo que se posee, a fin de vivir en paz. Entonces los dioses serán generosos.
Séptima máxima
Concierne a un momento capital en la vida en sociedad: el banquete en la mesa de un Grande. Trata del comportamiento justo con los invitados, el intercambio de palabras y el reparto de alimentos. Las buenas maneras excluyen la arrogancia y la insolencia. El banquete reviste un carácter sagrado.
Octava máxima
Trata sobre el comportamiento que debe adoptar un hombre recto al que se confiere una importante misión; debe cumplirla con precisión y exactitud, sin deformar nada. Trata del respeto absoluto a la palabra recibida y a la palabra trasmitida. Se aconseja no hablar de más, si añadir ni sustraer nada del mensaje que nos ha sido confiado.
Novena máxima
Trata de dos temas. En la primera parte recomienda al que posee bienes que no se jacte y guarde silencio sobre su buena fortuna. En la segunda parte, el sabio aconseja no criticar al hombre o mujer que no tiene hijos, y no presumir de tenerlos.
Décima máxima
Trata de cómo comportarse quien conoce un momento de debilidad e inquietud, y carece de familia que le apoye. La respuesta es clara, escogiendo seguir a un ser de calidad, y en quien uno pueda poner su confianza.
Undécima máxima
Está consagrada al corazón, concebido como la conciencia de lo esencial, la capacidad de percibir lo divino y el dese de espiritualidad. El exceso en todas las cosas es lo que se opone a la vía del corazón.
Duodécima máxima
Está consagrada a la actitud que debe adoptar el sabio hacia el hijo espiritual que ha escogido. Solo la ayuda de dios, y no la simple voluntad del hombre, permite a un sabio descubrir a un hijo espiritual. Dice, solo se extravía aquél a quien guían los dioses.
Decimotercera máxima
Trata de un tema principal desde el punto de vista egipcio, la justicia. El bienestar del pueblo se funda en la buena práctica de la justicia, que no puede ejercerse más que con el respeto de Maât, la justiciera del universo. Una justicia sin perspectivas sagradas se hunde en las torpezas humanas.
Decimocuarta máxima
Aborda el tema del comportamiento con relación a los demás y de las dos vías que conducen sea el bienestar, sea el malestar; la del corazón o la del vientre. Ganarse la confianza del otro, hacerse amigos, exige alcanzar el corazón, lo esencial del ser. Así vendrán la fortuna, el renombre y la capacidad de convivencia, que perdurarán a condición de no jactarse de ello.
Decimoquinta máxima
Está consagrada al arte de guiar a otro y gobernar. Quien gobierna debe pensar en el porvenir, siendo bien consciente de las dificultades que sobrevienen con la rapidez del cocodrilo cuando pasa al ataque. El sabio recomienda ser lúcido en la fortuna, y acordarse de que puede ser destruida en un instante... (Continuará)
LAS MÁXIMAS DE PTAHHOTEP
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