1 de febrero de 2017

PAUL KAMMERER Y EL SAPO PARTERO


Paul Kammerer (1880-1926), fue un importante biólogo, llamado el nuevo Charles Darwin de su época. Lo que más fama le dio fue su fraude científico llamado “el caso del sapo partero”.

Kammerer estaba convencido de que las habilidades que los animales adquieren pasan a sus descendientes. Era una teoría evolutiva expuesta un siglo antes por el zoólogo francés Jean-Baptiste Lamarck, que explicaba por qué las jirafas tienen cuellos tan largos, al haberse esforzado durante generaciones para alcanzar las ramas y hojas más altas.

Kammerer se dedicó a demostrar esta herencia de los caracteres adquiridos. Durante años habituó a los sapos parteros a que se apareasen en el agua, como hacen las ranas, en vez de en tierra. A la rana macho, cuando tiene que montar a la hembra para que expulse los huevos que debe fecundar, le salen unas diminutas espinas en sus dedos traseros que le permiten agarrarse mejor a la resbaladiza espalda de la otra rana.

La historia sufrió un revés cuando intervino William Bateson que puso todo su empeño en desenmascarar a Kammerer. Viajó a Viena, habló con él y con su jefe Hans Prizbram, examinó los especímenes y opinó que eran fraudulentos. Los descendientes de los sapos, obligados a procrear en el agua, desarrollaron estas miniespinas en los dedos, asombrando a los científicos. Un herpetólogo del Museo Americano de Historia Natural, visitó a Kammerer y se quedó de piedra al descubrir que al sapo le habían inyectado tinta china en los dedos para resaltar lo que no tenía.

El fraude fue publicado en Nature, destruyendo la carrera y la vida de Kammerer, que terminó suicidándose. Se pegó un tiro en 1926, en un camino forestal al sur de Viena. Poco antes de su muerte admitió las conclusiones del herpetólogo.

Otra de las suposiciones de la causa de su suicidio se atribuye a la turbulenta vida sentimental que tenía. En sus treinta años había tenido numerosas amantes, incluyendo a la viuda del compositor Gustav Mahler, una pintora, una bailarina clásica y, una después de otra, las cinco hermanas Wiesenthal.

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