16 de febrero de 2017

EL ASESINATO DE TIBERIO


Plutarco contó con detalle el asesinato de Tiberio Graco que sucedió en el año 122 a. C. El día antes del asesinato se había realizado en el Capitolio la votación para reelegir a Tiberio como tribuno de la plebe, pero sus partidarios, sabiendo que el resultado no les favorecería, disolvieron la asamblea y la convocaron para el día siguiente. Tiberio fue al foro, triste y lloroso, para suplicarle al pueblo su apoyo, y se refugió en su casa, allí pasó la noche con un grupo de seguidores acampados frente a ella, con el objetivo de protegerlo.

Al amanecer, Tiberio celebró un rito de adivinación que consistía en ofrecer comida a unas aves; si éstas salían de la jaula y comían, la señal era buena. Esa mañana solo un ave salió y ni tocó la comida, sino que se refugió de nuevo en la jaula. Tiberio se trasladó al Capitolio y por el camino vio a unos cuervos que luchaban sobre el tejado, uno de los cuervos hizo caer una piedra justo a los pies de Tiberio.

Tiberio Graco ascendió hasta el Capitolio, allí fue recibido con aclamaciones por sus partidarios. El senador Fluvio Flaco le advirtió que en el Senado habían decidido asesinarlo y que para ello contaban con numerosos esclavos y amigos, todos ellos armados. Tiberio se lo contó a sus acompañantes, ellos se ciñeron las togas y rompieron las picas que se utilizaban para contener a las masas, los trozos de las picas les servirían para defenderse contra los atacantes.

Sabiendo que Tiberio pensaba instaurar una tiranía, y que el cónsul Mucio Escévola se negaba a intervenir, el pontífice máximo Escipión Nasica instó a los senadores a actuar. Los senadores acompañados de hombres armados con palos y mazas, marcharon hacia el Capitolio, entraron en el templo sin ninguna oposición, y golpearon todo lo que encontraron, sirviéndose incluso de las patas de los asientos destrozados.

Tiberio intentó huir, pero fue agarrado por la toga y cayó al suelo. Cuando se levantaba, Publio Satureyo, uno de sus colegas, lo golpeó en la cabeza con la pata de una silla. De la segunda herida se encargó Lucio Rufo. De sus compañeros murieron trescientos golpeados con palos y piedras. Para evitar movilizaciones durante el funeral, el cadáver de Tiberio fue ultrajado y arrojado al Tiber. Muchos de sus seguidores fueron exiliados o ejecutados.

0 comentarios :