LOS BANQUETES DE LUIS VII
En un viejo pergamino procedente de la abadía de Saint-Corneille en Compiègne, Francia, se relata el banquete con el que fue obsequiado en el siglo XII, por el padre prior, Luis VII (1120-1180), rey de Francia (una de sus esposas fue Leonor de Aquitania). El monje cronista empieza contando que el banquete costó setenta y ocho sueldos y ocho ochavos. Y constó de cincuenta y seis viandas distintas.
El menú se componía de catorce sopas distintas: dos al vino, una de cerveza, dos de crema, dos de pescado, otra de coles, la siguiente de calabaza y las restantes de caldo de carne y ave.
También fueron catorce los asados, y catorce las ensaladas, y catorce los “limones espolvoreados de especias que adornaban los asados”. Perdices, conejos, liebres, jabalí, faisanes, capones y pavos reales, estos últimos reconstituidos y presentados con plumas; frutas frescas y de conservas, nueces, almendras y avellanas, mazapanes y tartas abundantemente emborrachadas de vino y bien embadurnadas de miel y provistas de especias.
Como vinos, moscatel de Arlés y “mettogrecjoya” (vino griego).
En su viaje a Constantinopla, Leonor y Luis fueron recibidos con grandes honores por el emperador bizantino Manuel I Comneno y su esposa alemana Berta-Irene de Sulzbach. En el palacio de Blanquerna fueron agasajados con un gran banquete, entre todos los alimentos que comieron les llamaron la atención las alcachofas, las ancas de rana, y el caviar, por ser la primera vez que los comían.
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