EL ABAD EN LA EDAD MEDIA
En los monasterios de la Edad Media, el abad era la cabeza visible del convento. El poder de los abades no era absoluto, también tenían que cumplir las normas establecidas. La dignidad del abad era vitalicia.
Para elegirlo se reunía el convento, excepto los nuevos y recién profesos. Una vez escogido, se comunicaba su elección al rey para que diera su bendición. Al nuevo abad se le entregaba el báculo y todos se comprometían a obedecerle. En ese momento, los que ostentaban los diferentes oficios del convento (cillero, sacristán, enfermero, camarero, etc), entregaban al elegido ,las llaves de estos oficios y el nuevo abad se las devolvía si deseaba que continuases en sus puestos o, por el contrario, las entregaba a otra persona o personas que creyese más convenientes.
El día de la consagración del abad, venía algún obispo para que le diese su bendición y presidiese la ceremonia. Ese día el abad elegido se comprometía a guardar obediencia y a cumplir sus deberes con fidelidad. Entonces, desfilaban ante él los monjes uno por uno y le besaban la mano, con lo que concluía el acto.
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