TEUTA DE ILIRIA
Los ilirios, pasaron de ser un simple conglomerado de pueblos conflictivos, pasaron a confederarse en un reino que abarcaba la mayor parte de la zona occidental de los Balcanes y que controlaba los territorios actuales de Albania, Croacia, Bosnia y Montenegro. Todo gracias a su rey Agrón. El litoral balcánico, lleno de islas y bahías, controlaba la piratería ya que contaba con el poder naval más poderoso del Adriático.
Al morir el rey Agrón, en 231 a. C., subió al trono su viuda, como regente ya que su hijastro era muy pequeño. No se sabe su nombre, pero pasó a la posteridad con el sobrenombre de Teuta o Tefta, que en ilirio significa “la que dirige al pueblo”. Con Teuta en el poder, los asaltos de los piratas se convirtieron en largos viajes, llegando a saquear ciudades del sur de Italia y de Sicilia. Estos asaltos perjudicaban a las colonias y comerciantes latinos, y también a algunas ciudades griegas. Sus piratas con la complicidad de la casa real, sembraron el pánico en la costa iliria.
Roma envío a dos embajadores, los hermanos Cayo y Lucio Coruncanio, a defender sus intereses. Debía exigir compensaciones por las pérdidas y el cese de las expediciones piratas. La reina regente les informó que según la ley iliria la piratería era legal y que su gobierno no tenía derecho a meterse en sus asuntos. Lucio terminó muerto por defender sus intereses y aquel asesinato ofreció a Roma la excusa perfecta para declarar la guerra a Iliria. Una flota de 200 barcos y 20.000 hombres cruzó el Adriático.
Los invasores romanos, ayudados por muchos otros griegos que se unieron, provocaron que Teuta se viera en la obligación de rendirse y aceptar una paz deshonrosa. Le permitieron seguir gobernando en su territorio, le quitaron sus propiedades, le prohibieron conducir barcos armados y le exigieron pagar un tributo anual y reconocer la autoridad de Roma. En la zona se estableció un protectorado romano cuyo gobierno lo llevó Demetrio de Faros.
Demetrio, cambió de bando y se caso con Teuta. Ambos siguieron saqueando los asentamientos griegos. En 168 a. C., las legiones romanas invadieron Iliria. El reino ilirio acabó convertido en una provincia imperial.
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