HOMOSEXUALIDAD EN LA EDAD MEDIA

En 1179, el III Concilio de Letrán había dictado una condena referida a los homosexuales, decía así: “Toda persona que sea reconocida culpable de haber cometido ese acto de incontinencia contra natura, si se trata de un clérigo, será reducido al estado laico, o encerrado en un monasterio para hacer penitencia; si se trata de un laico, será excomulgado y separado de la comunidad de los fieles”.

Muchos textos occidentales acusaban a los musulmanes de una sexualidad depravada. Decían que Mahoma introdujo el vicio de la sodomía en su pueblo, y que forzaban a sus adeptos a tener relaciones sexuales entre ellos, no solamente a personas de ambos sexos, sino también a los animales.

En Francia, la Escuela de Derecho de Orleans, publicó un código que ordenaba la amputación de los testículos a la primera falta, la amputación del pene a la segunda falta, y la condena de ser quemado en la hoguera a la tercera. Además se les confiscaban los bienes a favor del rey.

Antes del siglo XIII, existían las "Bodas de semejanza”, conocidas también como “Adephopoiesis”, del griego “hacer hermanos”, la iglesia católica, unía las vidas de dos hombres o dos mujeres, que hubiese decidido libremente casarse por amor. A partir de ese siglo ya se empezó a condenar cualquier identidad sexual fuera de la heterosexualidad.

A principios del siglo XIV, el rey de Inglaterra Eduardo II, esposo de Isabel, hija de Felipe el Hermoso, con quien tenía varios hijos, era homosexual. Después de su primer amante, Piers Gaveston, mantuvo relaciones con Hugues le Despenser. Ambos amantes murieron de manera trágica. Los genitales de Hugues fueron cortados y quemados públicamente, después lo decapitaron. A Eduardo, el rey, le introdujeron un hierro candente en el ano, y murió.

A finales de la Edad Media, los procesos contra los homosexuales aumentaron. En 1343, en Lyon, un tal señor Mathieu de Colombetes fue condenado a una multa de 300 florines. La intolerancia era una de las mayores características de la Edad Media.