9 de octubre de 2014

EL MAINUMBÍ Y EL CURUCÚ (LEYENDA GUARANÍ)


El dios Tupá se encontraba formando el mundo y poblándolo, creando la tierra, el agua, las nubes y el sol que daba a las plantas recién creadas unos reflejos preciosos a las hojas, las ramas y las flores. Tupá miró su gran obra y decidió poblar lo creado con aves, peces y otros animales.

Entre las aves, pensó en crear una que resaltaba por su belleza, por su color, por su forma de volar. Cogió un poco de arcilla, y le dio una forma muy graciosa de aspecto suave, le añadió unas alitas ligeras, una preciosa cola, un pico muy fino y largo, y por último, cubrió el cuerpecito de finísimas y sedosas plumas. Mezcló los más bellos colores con rayos de sol para darles reflejos irisados y pintó las plumitas del pajarito. Cuando terminó, la avecilla, batió sus alas y empezó a volar de flor en flor, volando sobre ellas y sin posarse en ninguna.

Según los guaraníes, la llamó “mainumbí”. Tupá, contento, la vio alejarse feliz. Añá, el demonio, escondido detrás de unos árboles, muerto de envidia, decidió seguir los pasos de Tupá y hacer un pajarillo idéntico. Tomó un trozo de arcilla y la amasó. No consiguió tantos colores, no le importó, y con el verde, el negro y el blanco amarillento, pintó la arcilla.

Miró su obra convencido que podía competir con la de Tupá, la tomó en sus manos, la levantó en el aire, y trató de echarla a volar. Pero en el mismo momento en que la soltó al aire, oyó un ruido sordo en la tierra. Miró sorprendido y con gesto de estupor, en el lugar donde había caído su obra, algo escapó dando saltos y ocultándose entre las piedras del camino. Aña, sin saberlo había creado al “cururú” (sapo).

El Mainumbí es conocido también por: picaflor, colibrí. Los quechuas lo llaman quentí y los guaraníes mainumbí.

Al curucú (sapo) lo conocen los quechuas por arnpatu.

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