13 de septiembre de 2022

VOLANDO-3

 

Antes del despegue, el motor fue abastecido de combustible con plátanos, manzanas, pan y medio litro de agua. El motor era el piloto mismo, Bryan Allen, de 21 años, cuyas piernas, largas y poderosas, pedalearon impulsando un avión de 32 kilos, el “Gossamer Albatross”, los 37 kilómetros a través del Canal de la Mancha, de Inglaterra a Francia, en 2,49 horas, en junio de 1979. El aeroplano, que voló a pocos metros sobre las olas, tenía una envergadura de 29 metros, y las alas; estaban hechas de Mylar de 0,0127 centímetros de grosor. Dos ruedas minúsculas, que pesaban 28 gramos cada una, eran el tren de aterrizaje.

En 1978, cuando estaba siendo formada la primera nueva clase de candidatos de los Estados Unidos en 11 años, hicieron su solicitud más de 8000 personas. Fueron escogidas 35 por la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio para un programa de 2 años de estudio y entrenamiento. El grupo incluía a 6 mujeres, unos pocos candidatos que no sabían pilotar un avión y no se esperaba que aprendieran, 3 negros y un japonés norteamericano.

Tenía solo 0,028 metros cúbicos de cabida, pero la unidad biológica del módulo de aterrizaje Viking, que tocó Marte en 1976, y examinó tierra en busca de signos de vida, contenía lo siguiente: tres laboratorios químicos automatizados; una computadora; estufas para calentar muestras a 1100º F; contadores para rastreadores radioactivos; filtros; lámpara solar; cromatógrafo de gas para identificar sustancias químicas; cuarenta termostatos; veintidós mil transistores; dieciocho mil componentes electrónicos más y 43 válvulas.

VOLANDO-2

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