19 de julio de 2016

TRANSFORMACIÓN DE AVIGNON EN EL SIGLO XIV


A causa de su proximidad a Vienne, donde debía reunirse un Concilio, Avignon fue elegida en 1309 por el papa Clemente V como residencia de paso. Las comodidades que ofrecía su ubicación estimularon rápidamente a sus sucesores a instalarse en la ciudad. En primer lugar, por su estupenda localización geográfica sobre el eje Norte-Sur europeo, a igual distancia de Italia y España, a las puertas de Francia.

También por sus ventajas políticas; la ciudad, que constituía un territorio en el condado Venaissin, uno de los Estados de la Iglesia, pertenecía al conde de Provenza, rey de Sicilia y vasallo de la Santa Sede. Bajo protección militar del rey, el papa se encontraba a dos pasos de sus propias tierras. Y cuando adquirió la ciudad, en 1348, dejó de ser un invitado para vivir en su propia casa.

La adaptación de la corte apostólica de Aviñón se hizo utilizando la estructura del modelo de ciudad que allí existía, transformándolo poco a poco de acuerdo con sus necesidades. Juan XXII, se alojó en el palacio episcopal. Acabó los trabajos ya empezados en el ala oriental; reforzó las defensas; hizo su capilla a partir de la pequeña iglesia de San Esteban y añadió las construcciones de la catedral para alojar a sus funcionarios más importantes. Por último, hizo elevar en la pendiente un recinto para la audiencia de las causas apostólicas. Las mismas pautas fueron seguidas por los cardenales y su séquito, que reformaron las casas que habían habitado inicialmente, ubicando casi todos sus palacetes en el interior de la vieja ciudad.

El rápido incremento de la inmigración fue el primer problema que se planteó, ya que provocó la necesidad de aumentar la superficie construida. Pero se hizo con tan poca técnica como el seguido en la instalación en la ciudad. Las aglomeraciones nuevas se situaron a lo largo de los caminos que se extendían por el campo, junto a los conventos de mendicantes, en el espacio comprendido entre el viejo recinto y el Ródano. Las casas estaban dispuestas sin orden, separadas por los campos, pequeñas cercas o jardines y, fuera de pequeños oratorios, ningún monumento fue levantado allí.

Existía un gran contraste la vieja ciudad y sus anexos. La primera muy populosa, estaba recorrida por las vías que se entrecruzaban camino del Castillo de los Papas, los palacetes de los cardenales o las iglesias, definiendo el espacio noble de la ciudad. Muros, jardines e inmuebles aparecían dominados por las orgullosas torres de la aristocracia eclesiástica y los nuevos campanarios de las iglesias restauradas. Las nuevas aglomeraciones, se extendían cada vez más a medida que se alejaban de las puertas del siglo XIII, no comprendían edificios de interés público y se insertaban en una zona de cultura hortícola.

Los caminos de tierra, los senderos que los atravesaban, nunca se entrecruzaban entre sí; llevaban únicamente a la ciudad antigua. La construcción de la muralla de Inocencio VI permitiría, en buena medida, incorporar al espacio urbano este sector semirrural

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