27 de julio de 2016

LOS PRIMEROS PIRATAS


Las primeras menciones a la piratería en el Mediterráneo, que aparecen en la literatura se encuentran en las obras de Homero y Herodoto. Para la mayoría de los autores griegos la piratería era un oficio reconocido como cualquier otro, pirata era sinónimo de navegante o marino.

Las embarcaciones de esos piratas eran ligeras, poco profundas y de fondo llano. La velocidad era muy importante para el ataque y la fuga. El calado también era esencial, pues permitía a las tripulaciones, al ser acorralados por los buques enemigos, refugiarse en aguas donde sus buques cazadores, de construcción más pesada, no podían seguirlas. Los lugares de asalto favoritos eran las rutas comerciales.

Los barcos navegaban a lo largo de la costa y se orientaban por marcas conocidas como montañas, islas, rocas, etc. Por la noche no se atrevían a navegar. El barco echaba el ancla a la puesta del sol y esperaba la salida para proseguir su viaje con seguridad.

Los piratas lo tenían fácil, bastaba con que se mantuviera tranquilo en alguna zona rocosa, y lanzarse sobre su presa cuando les conviniera. Cuando la presa era demasiado rápida, huían. Cuando el barco mercante era demasiado fuerte, los piratas espiaban el lugar donde fondeaban por la noche y protegidos por la oscuridad, lo asaltaban cuando la tripulación estaba dormida. Entonces lo invadían con alaridos horrorosos y lo tenían capturado antes de que las víctimas, dormidas, se dieran cuenta de lo sucedido. Luego la nave era llevada por su propia tripulación, y bajo los latigazos de los piratas eran llevados a su madriguera, y se repartían el botín.

Los barcos no eran el único objetivo de los piratas primitivos. Era habitual verlos reunirse y atacar las ciudades costeñas. Por esa razón se construían las torres de vigilancia, desde donde, mediante señales de humo, se avisaba a los vecinos. Aunque la mayoría de las veces llegaban por sorpresa, y rápidamente se apoderaban del máximo botín y se llevaban prisioneros.

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