3 de mayo de 2016

LAS DISPUTAS DE FRANCISCO I Y CARLOS V


Francisco I de Francia (1494-1547), rey de Francia y el emperador Carlos V (1500-1558), se llevaban muy mal, se pasaron toda la vida por ver quién mandaba en Europa. La rivalidad entre ellos se había iniciado con la candidatura de ambos a la elección imperial de 1519. Se odiaban a muerte y siempre estaban enzarzados en alguna guerra. Una de ellas la Batalla de Pavía.

Por culpa de esa batalla, Carlos V acabó haciendo prisionero al rey y llevándoselo al Alcázar de Madrid. Francisco I, queriendo volver a toda costa a Francia, acordó un pacto con el emperador, que no pensaba soltarlo hasta que el rey francés no jurara que renunciaba a sus pretensiones sobre Italia y que devolvería el ducado de Borgoña.

El acuerdo, conocido como el Tratado de Madrid, obligó al rey de Francia a entregar a sus hijos como garantía. El 17 de marzo de 1526, Francisco I, entregó a sus dos hijos pequeños, Francisco y Enrique que tenían siete y ocho años, como rehenes a cambio de su propia libertad. El intercambio se produjo a orillas del río Bidasoa.

En cuanto estuvo en libertad, rompió los acuerdos y meses después firmó la Liga de Cognac con Enrique VIII. No le importo lo más mínimo que sus hijos quedaran presos durante cinco años. Tiempo después pagó un alto rescate por la liberación de los dos príncipes. Las disputas continuaron.

Cuentan que durante su cautiverio en Madrid, Francisco I se negaba a inclinarse ante Carlos V, éste para obligarlo, lo recibía en una sala a la que solo se podía acceder por una puerta muy pequeñita, de esa manera el rey francés tenía que entrar agachado. Como el rey francés era muy listo, y se dio cuenta de la trampa, cada vez que entraba en la sala del rey lo hacía agachado, si, pero de espaldas.

La lucha continuó incluso después de la muerte de ambos, sus dos hijos, Felipe II de España y Enrique II de Francia, tuvieron que solucionar, a través de la Paz de Cateau-Cambrésis, en 1559, el conflicto heredado de sus padres.

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