HEINRICH KURSCHIDEGN EL FABRICANTE DE ORO
Heinrich Kurschildegn, conocido como el fabricante de oro de Hilden, fue un charlatán que engaño a miles de personas en Alemania, antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Hizo creer a todo el mundo que era capaz de elaborar materias primas, como oro, petróleo…, a partir de otros materiales menos valiosos.
Heinrich era obrero en una fábrica de tintes que, fascinado por la química, montó un laboratorio. En una ocasión entabló conversación con un profesor universitario de Colonia contándole que había descubierto unos rayos que convertían en radioactiva cualquier materia sobre la que impactasen. El profesor le creyó.
Heinrich de nuevo puso en marcha su inventiva y dijo que con su invento podía desintegrar el átomo y fabricar oro o cualquier otro elemento que se le ocurriera.
Llegó tan lejos que, en 1922, fue detenido y juzgado por fraude. Fue absuelto al serle diagnosticada una esquizofrenia que le impedía ser responsable de sus actos. Le pusieron una condición, que dejase de acosar a los verdaderos investigadores con sus máquinas y procedimientos para fabricar oro.
Pasado un tiempo fue capaz de demostrar su trasmutación de óxido de uranio en radio a físicos de la universidad de Colonia, pero no quiso explicar como lo había hecho. Cuando los periódicos publicaron la noticia, el Pkysikalisch-Technische Reichsanstalt se metió por medio y demostró que todo era un fraude. Heinrich se retiró por un tiempo.
En el año 1929, reapareció con su mentira de la fabricación de oro. No consiguió financiación pública, pero si privada, un hombre de negocios de Colonia le abonó cien mil marcos y un inversor de Estados Unidos le ofreció un millón de marcos.
En 1930, quince de sus clientes estafados le denunciaron. Fue juzgado y está vez fue condenado a dieciocho meses de prisión. Cuando salió de la cárcel logró amistad con algunos líderes nazis a los que les ofreció fabricarles petróleo a partir de agua. No le hicieron caso, ya que se informaron de las fantasías de Heinrich.
Los líderes nazis ordenaron su internamiento en un campo de concentración en 1936, lo condenaron a tres años. Fue puesto en libertad en 1938 por buena conducta. Heinrich Himmler (1900-1945), líder del Reich, volvió a ordenar su internamiento, pero Heinrich con sus buenos contactos con la Gestapo, logró su liberación definitiva.
Después de la guerra intentó ser reconocido como una víctima de la persecución nazi. No lo consiguió.
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