ERRORES MÉDICOS EN LA ANTIGÜEDAD
En la antigüedad los médicos no lo tenían fácil, una equivocación en un diagnostico o una muerte eran considerados como algo muy grave, por ello eran fuertemente castigados e incluso les podía llevar a la muerte.
El médico Manus fue desollado vivo por haber dejado morir al hijo del rey de Persia. Glauco fue sacrificado por orden, cuentan, de Alejandro Magno, quien atribuyó a ignorancia del médico la muerte de Hefestión, su amigo; Calistenes y Baktiehna, los médicos, fueron condenados a muerte. El doctor Zerbi, no consiguió la curación de un alto funcionario en Bulgaria, fue destrozado entre dos planchas de hierro por orden de los hijos del difunto. Avicena fue recluido en prisión por una causa parecida.
Luis Xi de Francia, maltrataba a sus médicos, uno de ellos, para librarse de su crueldad, convenció al rey de que moriría, según los astrólogos, ocho días después que el doctor. El doctor Léo, archiatro (médico principal que servía a un monarca) de Lorenzo de Medicis, fue arrojado a un pozo por mandato del duque sucesor, en castigo de su ignorancia, a la que hicieron responsable su fallecimiento. Juan de Bohemia mandó que se arrojara a un cirujano al río Oder porque no fue capaz de curarlo de su ceguera.
Los sacerdotes eran los únicos que se libraban del riesgo de un error médico. Los monjes, en ocasiones, intervenían quirúrgicamente de forma muy rudimentaria, por esa razón causaban muchas muertes. El papa Bonifacio VIII decretó que cualquiera que se atreviera a despedazar un cuerpo humano, o a hervirlo, sería excomulgado. El motivo era que los cruzados, cuando moría un compañero en un lugar lejano, lo despedazaban y lo hervían para obtener los huesos, que podían llevar con ello, y cuando regresaban a sus hogares se los entregaban a la familia del difunto para que los enterrara.
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