20 de noviembre de 2015

HISTORIAS CHINAS


En la China antigua había geománticos (adivinadores por medio de la tierra). Colocaban un disco sobre una piedra imantada; en el disco estaban grabados signos astronómicos y relativos al agua. Por su orientación leían las líneas de fuerza que se extendían por todo el horizonte. Algunas de las más bellas ciudades y aldeas chinas, están proyectadas de esa manera.

En la época de Marco Polo (1721-1295), los astrólogos debían decir a los parientes cómo debía retirarse al difunto de la casa para alejar la mala suerte. No siempre se hacía por la puerta, en ocasiones la familia tenía que romper una pared para poder salir a través de ella.

La ciudad China de Chinkiang, en este momento a 240 kilómetros de la costa, en otro tiempo fue puerto de mar. El cieno del río Yangtsé ha formado la tierra que hay desde esa distancia hasta su desembocadura.

Marco Polo, pensó que Kublai Khan poseía el secreto de los alquimistas, según él, porque éste tenía el arte de producir dinero. China utilizaba el papel moneda, un sistema desconocido en la Europa de Polo.

La Gran Muralla China, de 4.023,25 kilómetros de largo, que se extiende sobre más de la vigésima parte de la circunferencia de la Tierra, fue el proyecto de construcción más largo de la historia. Se edificó durante más de 1.700 años. Se empleó piedra suficiente como para rodear el globo terráqueo por el Ecuador.

Los esclavos que vivieron bajo el poder de los últimos emperadores de China, los manchués, llevaban coletas para que pudieran ser cogidos rápidamente.

El emperador Justiniano sobornó a dos monjes persas que habían vivido en China para que volvieran allí y regresaran trayendo huevos de gusano de seda escondidos en bastones huecos de bambú. De esa manera Constantinopla empezó la producción de seda alrededor del año 550 d. C. De esos gusanos procedieron todas las larvas productoras de seda de Europa hasta nuestros días.

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