5 de noviembre de 2015

FRIGORIFIQUE Y RUMNEY


El 19 de marzo de 1884, el “Frigorifique”, uno de los primeros vapores dotados de sistema de refrigeración, navegaba en medio de una espesa niebla frente a las costas francesas. De repente, como surgido de las profundidades de esa niebla, emergió otro barco y ambas naves chocaron bruscamente. El otro barco era un carbonero inglés, el “Rumney”.

A consecuencia del choque, el cuarto de máquinas y las bodegas del Frigorifique empezaron a inundarse y su capitán dio orden de abandonar el barco. Él y el resto de la tripulación fueron recogidos por el carbonero, que siguió su rumbo, navegando lentamente, a menos de dos nudos por hora, entre la oscura niebla.

De repente, como perseguido por una maldición divina, el capitán del carbonero vio ante él la silueta de otro barco que apenas logró esquivar gracias a una rápida maniobra.

Los tripulantes, amontonados en cubierta, muertos de miedo; el barco que se enfrentaba al Rumney era el Frigorifique, que según los cálculos ya debía estar en las profundidades del océano. Culparon de esta aparición al cansancio, a la tensión anterior, pero en el fondo todos sabían que era el barco hundido, el Frigorifique.

La noche siguió su curso y de pronto, se escucharon ruidos ensordecedores y un choque brusco sacudió a los tripulantes del carbonero inglés y a los náufragos del Frigorifique, que se encontraban durmiendo. El Rumney había chocado…, la maldición seguía… y seguía porque el barco del choque era el Frigorifique.

El carbonero inglés, averiado, se hundía rápidamente y los tripulantes y capitanes se alejaron en botes salvavidas. Aterrados, decían que el Frigorifique había surgido de las profundidades para vengarse.

Al levantarse la niebla los náufragos quedaron estupefactos. El Rumney se había hundido, pero allí estaba, esplendoroso sobre las aguas, el Frigorifique. Apenas uno de sus tripulantes, venciendo el miedo y la superstición, se decidió a abordarlo, el misterio se despejó.

Después de la primera colisión, el timón del barco había quedado asegurado y por ello el Frigorifique giraba en círculos. Esa fue la causa de que dos veces chocara con el Rumney. El agua que había inundado la sala de máquinas tras el primer choque no fue suficiente para hundirlo y el vapor pudo mantenerse a flote.

A pesar de sobrevivir a las dos colisiones, el Frigorifique tenía su tiempo contado. Pocas horas después, descendía al fondo del océano, donde se unió al Rumney.

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