EL CODEX ROMANOFF
Cuenta, por ejemplo: “No hay sitio en mi cocina para las cabras. Si está viva es apestosa y devora, incluyendo mis mesas y bancos. Muerta es aún más apestosa. Para deshacerte del hedor de la cabra, deshazte de la cabra”. Decía que un caballo sirve para alimentar a 200 personas, que la carne del león marino es dura y maloliente y que su idea de las servilletas surge ante la visión de manteles que parecen despojos de un campo de batalla.
Uno de los capítulos está dedicado a los hábitos indecorosos que, según Leonardo, debieran suprimirse de la mesa. Estos son algunos:
-Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado.
-No ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.
-No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.
-No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor, ni juguetear con sus cuerpos.
-Tampoco ha de prender fuego a sus compañeros mientras permanezca en la mesa.
-Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.
También habla sobre el comportamiento correcto para sentar a un asesino a la mesa:
“Si hay un asesino planeado para la comida, entonces lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte, y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esa persona dependerá del método del asesino, pues de esta forma no interrumpirá tanto la conversación si la realización de este hecho se limita a una zona pequeña…
Después de que el cadáver, si lo hay, las manchas de sangre si las hay, hayan sido retirados por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia en ocasiones puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentran sentadas a su lado”.
Parece ser que el codex original se conserva en el museo de l'Hermitage en San Petersburgo (Leningrado).
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