4 de agosto de 2015

LA REBELIÓN DE LAS MUJERES


En la antigüedad, muchas mujeres se rebelaron contra los poderosos, las razones eran de muy variadas; venganza, codicia, orgullo… Todas ellas eran mujeres valientes. Eso no era lo normal, ya que para los romanos, las mujeres eran ciudadanas de segunda categoría.

Hubo reinas y princesas luchadoras, como Boudica (30 d. C-61 d. C.) y Chiomara (?-189 a. C.) que llevaron a los suyos a la guerra, capitaneando sus propios ejércitos y participaron en esos enfrentamientos, logrando grandes victorias.

Mavia (?-425 d. C.) y Sofonisba de Cartago (218 a. C.-202 a. C.), emplearon su influencia como esposas para influir en las decisiones futuras. Cleopatra de Egipto (69 d. C.-30 a. C.) y Zenobia de Palmira  intrigaron para proteger su poder y satisfacer sus ansias expansionistas.

La reina Amanirenas de Kush (60 d. C-10 d. C.), se empeñó en mantener la independencia de sus dominios, y lo consiguió. Teuta de Iliria, sembró el terror entre sus enemigos gracias a la piratería.

Algunas de ellas pudieron llegar a gobernar aunque en la sombra, eran las matronas, especialmente las esposas del emperador. Una de esas matronas fue Livia Drusila (58 a. C.-29 d. C.), controlaba todas las labores del hogar, también intervenía activamente en los asuntos de Estado. Era la mano derecha del emperador Augusto (37 a. C.-14 d. C,). Algo parecido sucedió con Julia Domma (170 d. C.-217 d. C.), esposa de Septimio Severo (145 d. C.-211 d. C.), por haber acompañado a su marido en sus expediciones militares se le concedió el “master castrorum”. Otras dos matronas célebres y sin escrúpulos fueron Mesalina (48 d. C.-38 d. C.) y Agripina la Mayor (15 d. C.-59 d. C.), ambas esposas de Claudio.

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