LA INSEGURIDAD EN LA ANTIGUA GRECIA
“Como tengo por costumbre, me paseaba de noche por el Ágora con uno de mis camaradas, Fanóstrates. El hijo de Conon, Ctésias, completamente ebrio, cruzó a nuestro encuentro a la altura del templo de Leokorion, cerca de la casa de Pythodoro. Al vernos se puso a gritar y, como un ebrio, nos lanzó un discurso sin que pudiéramos comprender una palabra de lo que decía.
De inmediato se dirigió hacia el barrio de Melito, donde se habían reunido a beber en casa del colchonero Pánfilo, como nos enteramos después, Conón, un cierto Spintaros, Teógenes y muchos otros. A pedido de Ctésias se levantaron y vinieron con él al Ágora. Fanóstrates y yo, después de haber llegado al Santuario de Perséfone, volvíamos sobre nuestros pasos y pasábamos ante el templo de Leokorion cuando cayeron sobre nosotros.
Me atacaron Conon, su hijo y Teógenes; primero me arrancaron el manto y después me arrojaron al barro. Me patearon hasta lastimarme los labios y los ojos. Me dejaron en tal estado que no podía levantarme ni pronunciar palabra. Tendido en el barro, los oí decir horrores tales que no me atrevería a repetirlos aquí.
El hecho siguiente probará que Conon es el responsable de todo este asunto: en efecto, imitaba al gallo vencedor, y los otros festejaban al verlo golpearse las costillas con los codos, como si fueran alas. Después me encontraron unas gentes que pasaban, desnudo, pues estos delincuentes me habían robado el manto, y me llevaron a mi casa en una litera”.
Aristón y los hijos de Conon habían hecho el servicio militar juntos. Desde entonces se odiaban, los hijos de Cono, al volver formaron una banda violenta “los Tribalos”. Se dedicaron a profanar santuarios, devorar comidas sagradas, bebían, saqueaban las ofrendas a los dioses, provocaban peleas, etc. Conon, sus hijos y el resto de la banda, pertenecían a familias honorables, eso les ayudaba a evitar los castigos que merecían.
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