COSAS DE REYES
Los cortesanos de Luis XIV de Francia, el Rey Sol, llevaban
miles de piojos debajo de sus pelucas. Las damas ocultaban, gracias a sus
poderosos perfumes, su excesivo olor a suciedad y sudor.
Cuando Luis XVIII entró por primera vez en el año 1814 en
las Tullerías, una dama de su sequito, al pasar por un pasillo que olía fatal,
dijo: -¡Qué olor! ¡Cómo me recuerda “le bon vieux temps”! (los buenos viejos
tiempos). Ésta dama, explico a las cortesanas más jóvenes, que en tiempos de
Luis XVI, las damas orinaban de pie donde podían y querían, por los pasillos,
los patios, los salones, incluso en la propia sala del trono o cámara real.
Cuentan que no sólo eran orines lo que recogían los criados por las salas del
palacio.
Isabel Clara Eugenia de Austria (1566-1633), infanta de
España, casada con el archiduque de Austria, Alberto VII (1559-1621). Juró no
cambiarse de camisa interior hasta que sus tropas pusieran fin al asedio de
Ostende (Bélgica). Como ese asalto duró tres años, desde agosto de 1601 hasta
el 20 de septiembre de 1604, la camisa termino sucísima. Los franceses le
llamaban al tono parecido al blanco (blanco sucio) “couleur Isabelle” (color
Isabel).
El doctor Clement, encargado de atender los partos de las
amantes de Luis XIV, tenía que hacer su trabajo profesional con los ojos
vendados.
Carlos III prohibió en 1784 marcar con hierro candente a los
esclavos.
Carlos VII dejó de comer por miedo a ser envenenado. Murió
de inanición.
Alejandro I de Grecia murió cuando su mono, que tenía como
mascota, le dio un mordisco y le contagió la rabia.
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