LA HORA DE LAS COMIDAS PARA EL ANTIGUO PUEBLO HEBREO
Los antiguos hebreos tenían unos hábitos a la hora de las
comidas. Creían que la manera de lavarse las manos los occidentales en el agua
ya sucia por sus mismas manos, no era muy limpia, y era vergonzoso. Ellos lavaban
sus manos con mucho cuidado, el criado vaciaba el agua sobre las manos,
mientras éstas se mantienen sobre el lavamanos. Estos tenían una cubierta
cóncava con agujeros, de manera que el agua sucia se escurría por ellos y así
quedaba fuera de vista. Como comían con las manos era muy importante el lavado
de manos.
La posición más habitual para comer era sentarse derecho en
el suelo a la mesa baja con las piernas o bien dobladas bajo el cuerpo, o hacía
atrás como si fueran a arrodillarse.
La mesa era una estera de piel o de cuero extendida en el
suelo. En el caso de que utilizaran mesa (las clases sociales altas), se
trataba de un banquillo poligonal de unas catorce pulgadas de altura.
La vajilla utilizada era un solo plato para el alimento que
consistía en una artesa o cesta de trabajo, o un plato de cobre. No utilizaban
ninguna clase de cubierto, usaban el pan para sacar el líquido de cualquier
plato.
Antes de empezar a comer, los hebreos rezaban, repetían ante
el dueño de la casa algunas palabras de gratitud como “En el nombre de Dios”, o
“Alabado o Ála”, o “Dios sea alabado”. Era costumbre entre los judíos de
aquellos tiempos, hacer una segunda oración de gracias al terminar la comida. Al
decir estas oraciones, era costumbre que los huéspedes lo hicieran en voz alta,
y el resto decía Amén, o repetían algunas palabras de la oración.
Después de la comida, era esencial volverse a lavar las
manos. Si había sirvientes, eran ellos los que traían el agua y la jofaina,
poniendo el agua sobre las manos de los que participaban en la comida. Sobre
los hombros, el sirviente llevaba una toalla para que se secasen las manos.
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