GESTIÓN DE UNA GRANJA EN LA ANTIGUA ROMA
Según Marco Porcio Catón, conocido como Catón el Viejo, o
Catón el Censor (234 a. C-149 a. C,), político, militar y escritor romano, en
su obra “Sobre la Agricultura” (colección de libros que recopila las normas y
reglas de la gestión de granjas o villas), escribe sobre las obligaciones del
capataz en una villa rústica, en la Antigua Roma:
“Estas serán las obligaciones del capataz. Que se comporte
siguiendo buenos principios: que respete los días festivos, que se abstenga de
tocar lo ajeno, que conserve lo suyo con diligencia y apacigüe las disputas de
familia. Si alguno ha cometido falta, que aplique un castigo proporcionado. Que
procure que los esclavos estén cuidados, que no pasen hambre ni sed y que se
abstengan de hacer el mal y de robar. Si el capataz no quiere hacer el mal, no
se hará; si lo permite, el dueño no lo dejará sin castigo. Que esté agradecido
al favor recibido y así estimulará a los otros a hacer el bien.
Que el capataz sea casero, esté siempre sobrio y no vaya a
otros lugares a la búsqueda de festines. Que se relacione con los esclavos y
procure que hagan lo que el dueño ha ordenado. Que no considere que sabe más
que el dueño. Que trate a los amigos del dueño como si fueran sus amigos. Que
escuche a quien se le haya ordenado escuchar. Que sus prácticas religiosas se
limiten a los rituales de las encrucijadas y a los del hogar. Que no se fíe de
nadie sin mandato del dueño. Que exija la devolución de lo que el dueño haya
fiado. Que no se preste a nadie ni simiente, ni alimentos, ni grano, ni vino,
ni aceite.
Que mantenga relaciones sólo con dos o tres villas rústicas
para prestar o tomar lo que se necesite; y con nadie más. Que trate
frecuentemente con su dueño. Que no retenga a los obreros, a los jornaleros ni
a los viticultores más que el tiempo convenido. Que no compre nada sin
consentimiento de dueño y que no quiera ocultar nada al dueño. Que aleje los
parásitos; y que no consulte a los harúspices, augures, adivinos o astrólogos
caldeos. Que no ahorre simiente; es una mala medida económica. Que supervise
todos los trabajos para que conozca cómo se hacen; que él mismo los realice a
veces sin llegar a cansarse.
Comportándose así, conocerá las potencialidades de los
esclavos de la villa y ellos a su vez trabajarán con más entusiasmo; si hace
esto, tendrá menos ganas de andar paseando, se encontrará más fuerte y dormirá
mejor. Que sea el primero que se levante y el último que se vaya a dormir; pero
que antes compruebe si las puertas de la villa están bien cerradas, si cada uno
está acostado en su lugar y si los animales tienen suficiente forraje. Tendrá
especial cuidado con los bueyes y se portará bien con el boyero, en parte para
que éste cuide bien a los bueyes”.
1 comentarios :
Tengo entendido que en las Granjas Romanas,no se escatimaba el uso de latígo y la racion de azotes hacia los esclavos.
saludos.
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