11 de julio de 2019

MARÍA LA EGIPCIACA




María de Egipto o Santa María Egipciaca (344 d. C-421 d. C) explica algunos detalles de su vida en “Leyenda Áurea” escrito por Santiago de Vorágine o Jacopo della Voragine (1228-1298) :

“Yo nací en Egipto. A los doce años fui llevada a Alejandría, y a los diecisiete me dediqué a la prostitución de mi cuerpo; en este oficio permanecí mucho tiempo.

En cierta ocasión, al enterarme de que desde el puerto de Alejandría iba a salir un barco cargado de peregrinos que se dirigían a Jerusalén para adorar la Santa Cruz, rogué a los marineros que me permitieran embarcarme en su navío. ¿Tienes dinero para pagar el pasaje?, me preguntaron. Yo les respondí: -No tengo dinero, pero puedo pagar con mi cuerpo.

Ellos aceptaron, me dejaron embarcar, y durante la travesía usaron y abusaron de mi cuanto quisieron. Al llegar a Jerusalén, quise también adorar la Santa Cruz y me dirigí a la iglesia, pero al acercarme a la puerta del templo me sentí rechazada por una fuerza invisible, que no me dejaba pasar. Cuantas veces intenté penetrar en el sagrado recinto, y fueron muchas, otras tantas me lo impidió una mano misteriosa.

Al observar que todos los demás entraban libremente en la iglesia sin que nadie les pusiera impedimento, y que solamente a mí se me vedaba el paso, traté interiormente de indagar cuáles podrían ser las causas de tan extraño fenómeno, hasta que casi en la cuenta de que no podían ser otras que la de la enormidad de mis pecados. Entonces empecé a darme golpes de pecho y a derramar amarguísimas lágrimas y a prorrumpir en profundos suspiros.

En esto, vi que sobre la portada había una imagen de la Bienaventurada Virgen María, en la que hasta entonces no había reparado, y mirándola tiernamente le rogué con copioso llanto que me alcanzase de Dios la gracia de que se me perdonasen mis culpas y de que pudiese pasar al interior del templo para venerar la Santa Cruz, prometiéndole a Cristo y a Nuestra Señora que en cuanto saliera de aquella iglesia abandonaría el mundo y viviría en absoluta castidad hasta el final de mis días.

Una vez hecha esta oración y promesa quedé tranquila y firmemente convencida de que la Bienaventurada Virgen María me alcanzaría lo que le había pedido, y, sin dudarlo, me acerqué al dintel del templo, lo traspasé y entré en el santo lugar sin que nadie ni nada me lo impidieran”.

Después de esto, arrepentida, se retiró al desierto haciendo penitencia durante 40 años. Por ello santa María Egipciaca era la advocación a la que dirigían las prostitutas para apartar de de su vida de vicio. Es venerada en la Iglesia Ortodoxa, Iglesia Católica, Iglesia anglicana y sobre todo en la Iglesia Copta.

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