17 de enero de 2017

LA GRAN AVENTURA DE HUGH GLASS


Hugh Glass era un cazador de las montañas, en 1822 inició una expedición a las Montañas Rocosas. Después de salir de San Luis en 1823, el grupo sufrió una emboscada por parte de la tribu arikara, Glass escapó y se salvó.

Los que quedaron con vida viajaron a Dakota del Sur, allí Glass fue atacado por un oso. Logró derribar a la bestia, pero quedó herido de gravedad: una pierna rota, una herida en la garganta y otra en la cabeza. El jefe de la expedición, Andrew Henry, decidió que viajar con el herido era una pesadez, por lo que lo abandonaron a su suerte. John Fitzgerald y Jim Bridger, se ofrecieron para quedarse con el herido, ya moribundo, hasta que muriera. Dos días después los hombres tomaron la decisión de abandonarlo sin armas, enterrado en una tumba no muy profunda.

Al poco tiempo Glass recuperó la conciencia y se encontró solo. Entonces empezó su verdadera aventura. Con fiebre se mantenía a base de raíces y bayas. Los gusanos se comían su piel podrida, lo que evitó que se le gangrenasen las heridas.

Siguió arrastrándose y, con las fuerzas al límite, consiguió llegar al cabo de unos meses a Fort Kiowa, se había arrastrado 320 kilómetros. Odiando a los que lo habían abandonado, se vengó de ellos en cuanto se recuperó. Los arikaras acabaron con su vida en 1833.

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