9 de enero de 2017

HISTORIA DE LOS TINTES PARA TEJIDOS


Antes de la llegada de los tintes para ropa sintéticos, la gente utilizaba multitud de plantas que constituían la materia prima para elaborar los tintes. Por ejemplo, la remolacha era una de ellas, aunque solo teñía la fibra, poco después desaparecía el color. Solo los tintes sólidos son los que mantienen su color.

Algo muy importante en el teñido era el “mordiente”, el puente que conectaba el tinte con el tejido. La mayor parte de los tintes naturales requerían un mordiente, que solían ser productos como el vinagre o amoniaco sacado de la orina del caballo. En la actualidad, se usan cromo, estaño, hierro, crémor y alumbre, lo más común es una mezcla de los dos últimos. El mordiente puede afectar al color final del tinte, haciéndolo el cromo más brillante y puro y el hierro, más apagado.

Para utilizar el mordiente se deben disolver 113 gramos de alumbre y 28 de crémor en un poco de agua caliente y se le añaden 18 litros de agua casi hirviendo, cuanto más blanda mejor. Se deposita la fibra, ya lavada, 453 gramos de una vez, en el mordiente y se hierve durante una hora. Se saca y se escurre. La lana no debe retorcerse, ya que se apelmazaría. Si se notara pegajosa, es que hay mucho alumbre en el mordiente.

Para extraer el colorante de las plantas, se las ha de prensar, desmenuzar, pulverizar, o normalmente batir, ponerlas en agua fría y dejarlas toda la noche. Entonces se hierven durante una hora, antes de depositar la cantidad indicada en el utensilio donde vamos a teñir, con 18 litros de agua blanda.

Cuando se están tiñendo hebras de lana, es bueno poner el material a teñir en una bolsa de muselina, este paso no es necesario si lo que se va a teñir son madejas de lana ya elaboradas. Las cantidades necesarias son 907 gramos de tinte natural. Cuando el tinte está casi hirviendo, puede ponerse la fibra a la vez, si se quiere que salga del mismo color la prenda. Se deja hervir durante más de una hora, se enjuaga con agua fría y se cuelga para que se seque.

El diente de león proporciona tinturas de color magenta, la acedera el marrón oscuro, el sauco azul, el helecho tonalidades verde pálido, el endrino y la hiniesta producen un color canela, y el abedul un color verde muy delicado.

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