ORIGEN DE LA CUNA
Platón aseguraba que cuando no se tenía a mano la una, la nodriza o el esclavo que tenía a su cargo al niño, lo aunaba con sus brazos, balanceándolo. En un vaso pintado procedente de la Antigua Grecia, aparece el dios Mercurio, cuando era niño, sentado sobre una cesta con asas a los costados, que solo dejaba libre la parte superior del cuerpo. El escritor clásio, Teócrito, die en sus “Idilios”, que Alcmena, hija del rey de Micenas, mecía a sus gemelos en un escudo porque no tenía a mano su cuna de madera. También Romulo y Remo, fueron mecidos por su madre en una cuna en forma de pila, la misma en la que fueron abandonados río Tiber abajo.
Entre los romanos, la cuna era un objeto del ajuar de una casa, solían tener la forma de una teja para poder balancear al niño con facilidad, en la parte superior se colocaba una correa para poder transportarla, y para evitar que el niño cayese al suelo. Por ese motivo, en ocasiones, se colocaban unas barandillas de barrotes muy finos fabricados en madera.
En la Edad Media, la cuna fue un objeto habitual tanto entre las clases sociales altas como entre los campesinos. Normalmente se fabricaban a partir de un trozo de tronco de árbol vaciado a mano, con agujeros a los lados, a modo de asas. También hubo cunas en forma de pequeñas camas, montadas sobre maderos curvos para facilitar el balanceo. En el siglo XV aparecieron las cunas colgadas del techo, o suspendidas sobre dos pivotes, protegidas con cortinas.
El lujo tardó en llegar a las cunas, lo hizo en el siglo XVIII, cuando se empezaron a confeccionar a partir de materiales nobles. Se elaboraron cunas acolchadas en su interior, con marquetería esculpida y relieves, incluso adornadas con camafeos e incrustaciones de oro y plata.
En el siglo XIX, se puso de moda en toda Europa el “lit de parade francés”, o cama de lujo para niños ricos. Era más que una cuna, era un trono pequeñito para bebé
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