EL CORAZÓN DE CHOPIN
Frédéric Chopin (1810-1849), murió el 17 de octubre, a los 39 años de edad. Su fallecimiento conmocionó París, la prensa dijo de él: “Fue miembro de la familia de Varsovia por nacionalidad, polaco por corazón y ciudadano del mundo por su talento, que hoy se ha ido de la tierra”.
No mentían, Chopin añoraba su país y seguro que hubiera sido su deseo que llevaran su cuerpo allí. Cuentan que antes de morir, pidió que le extrajeran el corazón y lo enviaran a Varsovia. Sufría tapefobia (terror a ser enterrado vivo), cosa muy común en aquella época, por esa razón cuentan que dijo: “Si esta tos acaba asfixiándome, os suplico que abráis mi cuerpo para no ser enterrado vivo”.
Así lo hicieron y se lo entregaron a su hermana Ludwika, que había viajado desde Polonia para acompañar a Chopin en su muerte. Cuando regresó a Varsovia, su hermana llevaba en su equipaje el corazón sumergido en coñac para que se conservara en buen estado.
La última noticia que se tiene del corazón fue en plena Segunda Guerra Mundial, que fue exhumado y escondido, hasta que en el año 1951, regresó a su columna en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia. Esa fue la última vez que se vio el tarro de cristal sellado en el que flotaba el corazón de Frédéric Chopin.
Otro de los deseos de Chopin, fue que su funeral se debía celebrar en la iglesia de la Madeleine y que se interpretara el Réquiem de Mozart, cantado por un coro. El problema fue que en esa iglesia no se permitía cantar, por esa razón se tardó en celebrar el funeral dos semanas, dos semanas de negociaciones. Al final la iglesia aceptó, pero con los coristas escondidos por una cortina de terciopelo negro. Menos mal que Chopin estaba embalsamado.
Cada año, en su aniversario de muerte, una concertista de piano japonesa que reside en París, le lleva un ramo de claveles rojos. El motivo por el que o hace es porque Chopin era un ídolo para su padre, y su padre había muerto de agotamiento, trabajando para que ella pudiera ser pianista.
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