7 de agosto de 2016

SOPTE, LA ESTRELLA DE LOS ANTIGUOS EGIPCIOS


El nacimiento de la civilización egipcia ha estado siempre vinculado con el río Nilo. El esplendor de Egipto surgió cuando se consiguió controlar las inundaciones que sucedían cada año. Ese control se realizaba mirando al firmamento. Sirio, la estrella más brillante, desaparecía ante la mirada atónita de los astrónomos durante setenta días, pasado ese tiempo volvía a aparecer (más o menos el 15 de junio). Eso marcaba la crecida de las aguas del Nilo.

Los griegos llamaban a esta estrella Serios, los egipcios, Sopte. Para los antiguos egipcios Sopte era la representación de la diosa Isis, la gran madre cuyas lágrimas, provocaban la enigmática e incomprensible crecida del río. Este hecho fue muy importante para los egipcios, ya que al controlar las crecidas podían saber cuál era el mejor momento para la siembre, logrando que sus tierras fueran las más fértiles del planeta. Esto era provocado no sólo por la abundancia de agua, sino también, por el limo negro que traía la crecida.

La aparición de la estrella, no sólo marcaba los acontecimientos cotidianos, sino también las pautas para crear su calendario. El día que Sopte aparecía de nuevo en el firmamento era para los egipcios el primer día del año. Por esa razón, fueron los faraones los primeros en dividir el año en doce partes de treinta días cada uno, más cinco días, estos días conocidos como los días de Anubis, el dios con cabeza de chacal, unas jornadas horribles donde la gente se quedaba encerrada en casa sin salir. Días a los que, gracias a los egipcios, nosotros llamamos “un día de perros”.

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