23 de agosto de 2016

ORIGEN DEL VELO NUPCIAL


Desde la antigüedad, el blanco ha sido símbolo de virginidad, por esa razón las novias utilizan ese color, el día de su boda. Parece ser que el velo nupcial que lucían las futuras esposas, las mantenía apartadas y ocultas a las miradas de los demás. Esos primeros velos llegaban hasta los pies.

En Grecia, en el siglo IV a. n. e., estaban de moda los velos largos, hasta los pies, en las bodas. Se sujetaban al cabello con unos alfileres o cintas, tanto el velo como el vestido eran, como en Roma, de color amarillo intenso. En la Edad Media, el color no era demasiado importante, lo esencial era la tela y los adornos.

En Francia e Inglaterra, vestir de blanco a la novia era la última moda ya en el siglo XVI. Ese color, el blanco, se convirtió en el siglo XVIII, en el único color. El velo era muy vaporoso y por supuesto blanco, era tal la importancia en Castilla, que el velo por sí solo, daba a conocer el status o condición de mujer casada, la mujer que no cubría su rostro el día de su boda ante dios y ante los hombres, no se consideraba una mujer casada. La ceremonia nupcial llegó a llamarse “velambres”, o acto de colocar el velo.

El origen del velo es oriental (tanto el nupcial como el utilizado en ritos y ceremonias), remontándose al año 2000 a. C. En esos tiempos lo llevaban solo las mujeres solteras en señal de modestia, las casadas lo llevaban en señal de sumisión. En Europa solo lo llevaban las casadas que para casarse habían tenido que ser raptadas por sus maridos. No importaba el color, lo importante era que cubriese la cara.

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